Si hiciéramos una encuesta a pie de calle haciendo una sola pregunta que rezara ‘¿Sabe usted qué hacen los logopedas?’, la respuesta iría, casi al 100% seguro, en la línea de: «Pues los que ayudan a los niños y a las niñas a pronunciar bien la »/r/». Y si bien esa es una de las funciones más conocidas de los profesionales de la logopedia, no sólo no es la única, sino que ni tan siquiera es la principal.
La logopedia es una profesión joven, y eso es lo que quizás impide que la sociedad la conozca en profundidad. Y ese es uno de los motivos -entre otros muchos- por los que existen los colegios de logopedas: dar a conocer una profesión sanitaria que tiene una importancia bastante mayor de lo que en principio se pueda considerar.
Los servicios del logopeda pueden requerirse en cualquier etapa de la vida, desde el neonato hasta la tercera edad y lo que hacemos es prevenir, detectar, evaluar, diagnosticar y tratar un amplio espectro de trastornos que afectan no sólo a la comunicación -que en principio podría parecer secundario, pero, ¿qué somos si no somos capaces de comunicarnos?-, a la voz, al habla y al lenguaje, sino también a la audición, a la deglución y a las funciones orales no verbales.
Un ejemplo: ¿qué ocurre si un anciano que vive en un centro residencial no puede ingerir bien los alimentos? Que puede llegar a morir. ¿Y cuántas residencias geriátricas disponen de servicio de logopedia? Según los datos de los que disponemos, un 1% en el caso de las privadas -de los de los centros públicos carecemos de información-. Y, sin embargo, entre un 56% y un 78% de los ancianos institucionalizados sufre algún grado de disfagia, que es el trastorno que les impide tragar los alimentos correctamente.
Más ejemplos: ¿se sabe que los logopedas rehabilitamos el habla a personas que han sufrido un ictus (afasia)? O, en el caso de unos padres noveles, ¿se les ocurriría pensar en acudir a un logopeda si su bebé mostrara signos de frustración -que en muchas ocasiones indica inhabilidad para comunicar lo que necesitan-? ¿Suele asociarse la mejora de la calidad de vida de personas con alzhéimer o ELA a la aplicación de tratamientos logopédicos? Y el desarrollo de niños y niñas con asperger, ¿se relaciona con el trabajo de los logopedas? Pues en todo esto y en mucho más consiste la intervención logopédica. En ocasiones como parte de equipos multidisciplinares, pero muchas veces también como terapias únicas.
El Colegio Oficial de Logopedas de Andalucía comenzó su andadura en 2005 a cargo de Carmina Martín Garrido, quien trabajó muy duro para que no sólo los usuarios potenciales, sino también la Administración entendieran a qué nos dedicamos y a qué sectores de la población podemos ayudar. Y es que, ¿si las mismas instituciones no reconocen el valor de la logopedia, cómo lo va a hacer la sociedad?
Con la jubilación de nuestra anterior decana, el colegio se enfrenta a nuevos retos, pero nuestra lucha va a seguir siendo la misma y la vamos a abordar con muchísima ilusión. ¿Nuestra principal misión? Estar ahí. Queremos logopedas en todos los hospitales (mínimo, uno por centro). Queremos logopedas en los servicios de Otorrinolaringología, Neurología, Rehabilitación, Cirugía Maxilo-Facial y Traumatología. Queremos logopedas en las Unidades de Cuidados Intensivos, de Comatosos, de Ictus, Nutrición (Disfagia), Neonatos, Pediatría, Geriatría y Salud Mental. Queremos logopedas en los centros públicos y también en los privados. Debemos lograr que educadores y pediatras deriven a los usuarios al logopeda para que éste asesore, valore, y en caso necesario trate la patología, y debemos desterrar el ‘ya hablará’ típico de los padres que ven cómo sus hijos no son capaces de hablar con fluidez y lo dejan correr.
Atravesamos un momento en que ser denominados correctamente y ser elevados a la categoría adecuada es muy importante, y los logopedas no queremos quedarnos atrás. Hasta ahora los logopedas andaluces siempre hemos sido denominados como técnicos especialistas en logofoniatría y/o profesores de logofonía. Pero no: somos logopedas y no descansaremos hasta lograr que se modifique la categoría, proceso ya iniciado. Una vez logrado esto, enfocaremos nuestros esfuerzos a la incorporación de la nueva categoría al proceso periódico de baremación de la bolsa única de empleo del SAS. Y estamos convencidos de que lo lograremos.
Contar con la categoría adecuada es una de las herramientas más efectivas que existen ante el intrusismo que amenaza nuestra profesión, como también lo es la colegiación obligatoria, que supone, además, la mejor defensa de los destinatarios de los servicios en aquellas actividades en que puedan verse afectadas, como pueden ser la protección de la salud y de la integridad física o de la seguridad personal o jurídica de las personas.
Vivimos tiempos difíciles para la comunicación: no hagamos que la comunicación sea más complicada aún para quienes no tienen las herramientas para hacerse entender.
Fuente: Diario Sur. Entrevista a Adela Corrales Guerra / Decana del Colegio Oficial de Logopedas de Andalucía