En ocasiones no se le da la suficiente importancia a la forma de agarrar el lápiz. Sin embargo un agarre incorrecto del mismo, tiene consecuencias, no solo de efecto inmediato, tales como realizar una mala letra, enlentecimiento de la escritura, cansancio y molestias físicas por la tensión que se genera (aprietan demasiado el lápiz contra el papel y adoptan una postura corporal forzada), sino que también pueden darse consecuencias de índole psicológica, tales como rechazo hacia la tarea o conductas de evitación, todo lo cual podría traducirse en un bajo rendimiento escolar.
No debemos olvidar que para adquirir una buena destreza el niño va pasando por distintas etapas, en cada una de las cuales realiza actividades de destreza manual y coordinación óculo-manual, que desembocarán en la realización correcta de la pinza de los dedos índice y pulgar como paso previo a la buena prensión del lápiz.
Es necesario, por tanto, que la función manual haya ido desarrollándose a través de un amplio número de actividades variadas: jugar con distintas texturas, tales como arena o plastilina, agarrar, soltar, tirar, rasgar, hacer puzles, bloques con piezas de distintos tamaños, etc.
Por otro lado, alrededor del año o año y medio los niños pueden comenzar a agarrar pinturas o lápices realizando para ello pinzas, que van variando en forma hasta alcanzar los 6 años aproximadamente de edad, momento en el cual ya es precisa, coordinada y funcional, lo que les permite una prensión correcta del lápiz.
En la reeducación habrá que tener en cuenta:
- Que haya un buen tono muscular
- Que la postura corporal sea la adecuada
- Que haya una buena propiocepción
- Que la coordinación viso-motora sea idónea
- Que haya una buena integración de estímulos a nivel táctil
- Que las capacidades cognitivas de atención, memoria y procesamiento ejecutivo estén conservadas