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Podríamos aprovechar la aparición de las primeras palabras para ir desechando chupetes, biberones y evitar que se chupe el dedo. Si estos hábitos persisten y se mantienen en el tiempo (más allá de los 2 años), van a influir negativamente:

  • en la oclusión dental.
  • en lengua, labios y mejillas.

– Si el niño bebe en biberón prolonga que la boca se mantenga en un nivel inmaduro. La lengua tendrá bajo tono muscular y se situará incorrectamente descansando en el suelo de la boca (lo normal sería que estuviera apoyada en los incisivos superiores sin presionarlos hacia fuera) por lo que se negará a beber en vaso y a incorporar alimentos sólidos en su dieta.

– Si el niño bebe en taza, la mandíbula, mejillas, labios y boca se fortalecen. La lengua se mueve mucho más, los labios cogen tono muscular y fuerza, se acercan al borde del recipiente y se encargan de llevar el líquido hacia el interior de la boca.

 

  • en la dentición: tendrán problemas para triturar y masticar.
  • en el paladar, que se deformará adoptando forma ojival.
  • en la respiración, que pasará a ser bucal, provocando problemas de alimentación, digestivos, babeo continuado, faringitis, otitis.
  • en la articulación de los sonidos del habla.

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