- Hacer preguntas
Un niño pequeño crece y explora el mundo y, naturalmente, tendrá muchas preguntas al respecto. Claro que a los padres se les hace difícil superar su cansancio después del trabajo y encontrar tiempo para sus hijos. Pero los instantes que pasamos con ellos respondiendo sus preguntas, leyendo y jugando, no solo le ayudan a desarrollarse, también forman un vínculo estrecho con él y mantienen una relación cálida incluso cuando el pequeño crezca.
- Llorar
Los niños pequeños se impresionan con todo lo que sucede en la vida. Ponerse triste es normal para un niño. No le prohibas llorar y no te avergüences. En lugar de eso, intenta resolver la situación, explícale a tu hijo por qué llora y cómo puede corregirlo.
- Ser egoista
En este caso es obligarles a prestar sus cosas. Está bien enseñar que debemos compartir pero también está bien que ellos sientan lo que es “la pertenencia”. Claro que si un niño no presta nada y llora por cada juguete que algún otro niño coge, sí es un problema, pero está bien que no quieran prestar ciertos juguetes, a los adultos también nos pasa con algunas cosas ¿o no?.
- Decir “no”
Tu hijo no es tu súbdito, es un miembro de la familia que tiene derechos. Prohibirle decirte “no” significa violar sus límites. Piensa en una manera de llegar a un acuerdo o explicarle por qué a veces debe hacer lo que no quiere.
- Tener miedo
Los niños pequeños pueden tenerle miedo a un doctor con una inyección o a un familiar desconocido, y es totalmente normal para ellos. En vez de avergonzarlo por su miedo, mejor explícale a tu hijo por qué no debería tener miedo, toma su mano o abrázalo para que sepa que estás a su lado.
- Tener secretos
Cuanto más crezcan los niños, más espacio personal necesitan. Por supuesto que los padres deben controlar la vida de su hijo, pero también deben respetar su espacio personal. Porque la confianza del niño no tiene precio, y no hay que ponerla en riesgo descubriendo los secretos infantiles ni leyendo sus diarios.
- Enojarse y envidiar
Un niño también es un ser vivo y, al igual que los adultos, tiene derecho a sentir emociones negativas: enojo, envidia, etc. Los padres deben recordar que la fuerza de voluntad aún no está bien formada a esta edad, por eso al niño se le hace más difícil controlarse. Si una de sus emociones nos parece “mala”, no quiere decir que el niño deba dejar de mostrarla.
- Equivocarse
A todos nos da miedo cometer un error, y peor aún cuando alguien te apresura. Lo mismo sucede con los niños: cuando un adulto lo está apresurando o regañando por abrocharse mal la camisa, no es de sorprender que al niño se le quiten todas las ganas de intentar hacer algo por su cuenta. Tendrá miedo a que lo regañen nuevamente.
Fuente: www.imageneseducativas.com/cosas-que-jamas-deberiamos-prohibir-a-un-nino